Del libro Nada te turbe
Todo lo que es realizado con suavidad se embellece, y todo lo que carece de ella se estropea.
Cuando te encuentras con alguien y lo saludas con una amplia sonrisa y le dices una palabra amable, estás demostrando una característica del creyente. Cuando una abeja se posa en una flor no la destruye, porque ciertamente Allah concede a través de la suavidad lo que no concede a través de la rudeza.
Hay ciertas personas que son como imanes, cuyas personalidades atraen a todos los que están cerca, simplemente porque son queridos por su manera amable de hablar, sus buenos modales y sus acciones nobles.
Ganar la amistad de los demás es un arte que dominan aquellos que son nobles y piadosos; estas personas siempre reúnen un gran círculo de personas en torno a ellos. Su mera presencia en una reunión es una bendición y cuando están ausentes se les echa de menos y se los menciona durante la conversación.
Estas personas benditas tienen un código de conducta diferente del resto:
“No se equipara obrar el bien y obrar el mal. Si eres maltratado responde con una buena actitud
[sabiendo disculpar], y entonces verás que aquel con quien tenías una enemistad se convertirá en tu amigo ferviente.” (Corán 41:34)
Eliminan la malicia de los demás mostrando sinceridad, perdón y amabilidad. Se olvidan de los malos tratos recibidos y se mantienen amables y comprensivos. Pueden ser blancos de calumnias y palabras muy duras pero las mismas les entran por un oído y salen por el otro, continuando su camino para no regresar nunca más. Permanecen en un estado de calma continua.
Las personas en general, y particularmente los musulmanes, están a salvo de sufrir daño alguno por esos actos. El Profeta (ByP) dijo:
“El musulmán es la persona cuyas palabras y acciones no causan daño a los demás. Y el creyente es aquel en quien los demás confían, y no temen por su vida ni sus bienes”.
También dijo:
"Allah me ordenó relacionarme con aquellos que me han despreciado, perdonar a los que han cometido injusticias conmigo y darles a quienes han sido mezquinos conmigo”.
“...controlan su cólera y perdonan a los hombres...” (Corán 3:134)
Debemos darles a esas personas las buenas nuevas de una recompensa inminente en este mundo, en el que vivirán en paz y tranquilidad.
También debemos anunciarles que tendrán una gran recompensa en el Más Allá, en el Paraíso, donde estarán más cerca que nunca de su Señor Misericordioso.
“En un lugar honorable [el Paraíso], junto al Soberano Todopoderoso.” (Corán 54:55)
“¿Acaso no es con el recuerdo de Allah que se sosiegan los corazones?” (Corán 13:28)
La sinceridad purifica el corazón y es apreciada por Allah (exaltado y enaltecido sea). No existe ninguna acción que brinde tanto placer al corazón, o que tenga una recompensa mayor, que el recuerdo constante de Allah.
“Recordadme pues, que Yo os recordaré” (Corán 2:152)
El recuerdo de Allah es Su paraíso en la tierra, y todo aquel que no entre en este mundo no entrará al Paraíso del Más Allá. El recuerdo no es sólo un refugio seguro donde se está a salvo de los problemas y de las preocupaciones mundanas, sino que también es el camino más corto y fácil para alcanzar el éxito máximo. Lee los distintos textos que hacen referencia al recuerdo de Allah y apreciarás sus beneficios.
Cuando recuerdas a Allah (exaltado y enaltecido sea) los nubarrones del miedo y de la preocupación se disipan y sé derriban las montañas que constituyen tus problemas.
No debemos sorprendemos cuando escuchamos que aquellas personas que recuerdan a Allah (exaltado y enaltecido sea) están en paz. Lo que sí ha de sorprendernos es cómo los descuidados y los negligentes sobreviven sin recordarlo.
“Éstos están muertos y no vivos; y no saben cuándo será su resurrección.” (Corán 16:21)
Oh, tú que te quejas de noches sin conciliar el sueño y estás perplejo frente a tus desgracias, invoca Su nombre sagrado.
“¿Conoces a alguien similar a Él?” (Corán 19:65)
A medida que recuerdes a Allah, tu corazón estará feliz y en calma. Recordarlo conlleva el significado de depender totalmente de Él, de acudir a Él en busca de ayuda, de tener buenos pensamientos sobre Él y de esperar también la victoria que proviene de Él. Ciertamente, Él está cerca cuando Le suplicas: Él oye cuando exclamas Su nombre y responde cuando Lo invocas, por ello sé humilde y pídele con sinceridad. Repite Su nombre sagrado, y menciónalo como el único que merece ser adorado. Menciona Sus alabanzas, suplícale, pídele perdón y seguramente
encontrarás - por voluntad de Allah (exaltado y enaltecido sea)- felicidad, paz e iluminación.
“Allah les agració con una recompensa en esta vida y les agraciará con una recompensa mayor en la otra” (Corán 3:148)
“¿Envidian a la gente por el favor que Allah (exaltado y enaltecido sea) les ha dispensado?” (Corán 4:54)
La envidia es una enfermedad que causa estragos no sólo en la mente, sino también en el cuerpo. Se dice que el envidioso no tiene reposo y que es un enemigo disfrazado de amigo. Para ser justos, podría decirse que la envidia es una enfermedad ecuánime, ya que comienza matando primero al portador.
La envidia debe ser algo prohibido para cualquiera de nosotros, porqué antes de poder ser piadosos con los demás, debemos serlo con nosotros mismos. Cuando envidiamos, alimentamos a nuestra propia carne y sangre con la infelicidad y entregamos nuestro sueño placentero a otros.
La persona envidiosa enciende la llama y luego salta hacia ella. La envidia trae angustia, dolor y sufrimiento, destruyendo así lo que alguna vez fue una vida apacible y virtuosa.
La maldición que recae sobre el envidioso se debe a que éste desafía al destino y compite con su Creador porque lo considera injusto.
La envidia es una enfermedad pero a diferencia de otras enfermedades, quien la padece no recibe recompensa en el Más Allá. El envidioso permanece en su furia hasta que muere, o hasta que la dicha que poseen los demás los abandona. Todos podemos reconciliarnos, excepto con el envidioso, porque para ello debes despojarte de las gracias de Allah (exaltado y enaltecido sea) y dejar de lado tus talentos y aptitudes. Si lo haces, quizás recién entonces la persona envidiosa sea feliz. Debemos pedirle a Allah (exaltado y enaltecido sea) que nos proteja de la persona envidiosa, ya que es como una serpiente venenosa que no descansa hasta que aplica su veneno a un inocente.
Debemos mantenemos alejados de la envidia y buscar refugio en Allah de aquellos que la padecen, ya que éstos están constantemente al acecho
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