miércoles, 4 de agosto de 2010

Umm Salama Hind bint Abi Umayya


Umm Salama Hind bint Abi Umayya, que Al-lah este complacido con ella, fue casada con el Profeta (S.A.W.S) en el año 4 AH a la edad de veinte y nueve años, después de que su primer marido, ‘Abdu’l- Asad, murió de las heridas que tuvo cuando lucho la batalla de Uhud. Umm Salama y ‘Abdu’l-Asad fueron entre las primeras gentes en aceptar al Islam en lo que fueron los primeros años de la comunidad Musulmana en Makka. Ellos sufrieron a manos de los Quraish quienes trataron de forzarlos a abandonar su nueva fe, y habían sido entre el primer grupo de Musulmanes en buscar refugio bajo la protección de Negus en Abyssinia. Cuando regresaron a Makka, creyendo que la situación de los Musulmanes había mejorado, se dieron cuenta que la situación había empeorado. En vez de regresar a Abyssinia, ‘Abdu’l-Asad y Umm Salama recibieron el permiso del Profeta de inmigrar a Madina, pero esto resulto mas difícil de lo que se esperaban.
En las palabras de Umm Salama: “Cuando Abu Salama (mi marido) decidió ir a Madina, preparo un camello para mi, me levanto y me sentó sobre el camello y puso a mi hijo Salama sobre mis piernas. Mi esposo luego nos dirigió hacia Madina sin detenerse ni esperar a nada. Antes de salir de la Makka, sin embargo, algunos hombres de mi tribu, los Banu Makhzum, nos detuvieron y le dijeron a mi marido: “ ‘Aunque estés libre de hacer lo que quieras tu, no tienes poder sobre tu esposa. Es nuestra hija.
¿Acaso esperas que dejamos que no las quites?’ “Luego lo agarraron y me arrebataron de él. Algunos hombres de la tribu de mi esposo, los Banu ‘Abdu’l Asad, vieron que me llevaban a mi y mi hijo, y se enfurecieron. “ ‘¡No, por Al-lah!’ gritaron. ‘No abandonaremos a el niño. Él es nuestro hijo y tenemos derecho sobre él.’ Entonces agarraron a mi hijo del brazo y me lo quitaron.

“De repente en el espacio de algunos minutos, me encontré sola. Mi marido se dirigió a Madina sólo; su tribu me había arrebatado a mi hijo de mi; y mi propia tribu me forzaron a quedarme con ellos. “Desde ese día mi marido y mi hijo estaban separados de mi. Yo salía al medio día todos los días y me sentaba en el lugar donde había pasado la tragedia. Me acordaba de esos momentos de terror y lloraba hasta la noche. “Seguí así por alrededor de un año hasta que un día un hombre de Banu Umayya paso y vio mi condición.
Regreso con mi tribu y dijo, ‘¿Por qué no liberan a esta pobre mujer? Han causado que se le quitaran su marido y su hijo.” “Siguió así, tratando de ablandar sus corazones rogándole a sus sentimientos, hasta que por fin me dijeron, ‘Ve y únete con tu esposos si quieres.’
“¿Pero como me podía unir con mi esposo en Madina, y dejar a mi hijo, mi propia sangre, en Makka con Banu ‘Abdu’l-Asad? ¿Cómo podía estar libre de angustia, y mis ojos libres de lagrimas si fuera a ir al lugar de Hijra si saber nada de mi pequeño hijo dejándolo atrás en Makka? “Algunas personas se dieron cuenta por lo que estaba pasando y simpatizaron conmigo. Fueron con Banu ‘Abdu’l-Asad de parte mía y los persuadieron en regresarme a mi hijo.

“No tenia ningún deseo de quedarme en Makka mientras que buscaba a alguien que viajara conmigo, porque tenia miedo que algo me pasara y que demorara o que me detuviera antes de llegar con mi esposo. Por lo tanto, prepare a mi camello de inmediato, puse a mi hijo en mis pierna y me dirigí hacia Madina. “Apenas había llegado a Tan’im (a unos cuatro kilómetros de Makka) cuando me encontré con ‘Uthman ibn Talha. (Él era el encargado de cuidar la Ka’ba, pero no acepto el Islam hasta después de la Conquista de Makka).
Él pregunto, “¿Adonde vas, Bint Zad ar-Rakib?” “Voy a ver a mi marido en Madina.’
“¿Y no va ir alguien contigo?’ “ ‘No por Al-lah, excepto a Al-lah y este mi pequeño hijo.’
“ ‘Por Al-lah’ él juro, ‘No me separare de ti hasta que llegues a Madina.’ “Luego tomo las riendas de mi camello y nos dirigió en nuestro camino. Por Al-lah, nunca he conocido a
un Arabe mas generoso y noble que él. Cuando fuera que llegáramos a un lugar de descanso, haría que se sentara mi camello, esperaba a que descendiera y luego llevaba a mi camello a un árbol donde lo amaraba. Luego iba a descansar en la sombra de un árbol diferente que el mío. Cuando ya había descansado, preparaba de nuevo a el camello y nos llevaba en nuestro camino otra vez.
“Y así hizo todos los días hasta que llegamos a Madina. Cuando llegamos a una aldea cerca de Quba (a unos tres kilómetros de Madina), perteneciendo a los Banu ‘Amr ibn ‘Awf, él dijo, ‘tu marido esta en esta aldea. Entra a ella con las bendiciones de Al-lah.’
“Luego dio la vuelta y se dirigió a Makka.”

Por lo tanto, después de muchos meses difíciles de separación, Umm Salama y su hijo fueron reunidos con Abu Salama. Y por los próximos años que siguieron, siempre estaban cerca del corazón de la creciendo comunidad Musulmana de Madian al-Munawarra. Estuvieron presentes cuando el Profeta (S.A.W.S) y Abu Bakr (R.A) llegaron a salvos de Makka, y en la batalla de Badr Abu Salama lucho valientemente.

En la batalla de Uhud, sin embargo, fue herido seriamente. Al principio parecía que su herida respondía bien al tratamiento, pero se volvieron a abrir sus heridas después de la expedición en contra de Banu ‘Abdu’l-Asad, y después de eso ya no sanaron sus heridas y se quedo en cama.
Una vez mientras Umm Salama lo estaba cuidando, le dijo a ella, “Una vez escuche al Mensajero de Al-lah (S.A.W.S) diciendo que cuando a alguien le aflija una calamidad debe de decir lo que Al-lah le ha ordenado a decir: ‘¡Inna lilahi wa inna ilaihi raji’un!
– ‘¡De verdad venimos de Al-lah y en verdad a El regresamos!’ – luego debe de decir, ‘Oh Señor, recompénsame por mi aflicción y dame algo mejor que esto en recompensa, lo cual solamente Tu, el Exaltado el Todo Poderoso puede dar.’”

Abu Salama se quedo en cama enfermo por varios días. Una mañana el Profeta (S.A.W.S) lo vino a ver. La visita fue mas largo de lo normal, y mientras el Profeta todavía estaba a su lado, Abu Salama murió. Con sus benditas manos el Profeta cerro los ojos de su Compañero muerto y luego los alzo en oración. “Oh Al-lah, perdona a Abu Salama; elévalo con los que están cerca de Ti; cuida a su familia siempre; perdónanos y perdónalo, Oh Señor de los mundos; haz grande el espacio de su tumba para él y llena su tumba con luz. Amin.”
Una vez mas se quedo Umm Salama sola, nada mas que ahora no tenia un solo hijo si no que a varios. No había quien lo cuidara a ella y a ellos. Acordándose de lo que su marido dijo, repitió el du’a que él había acordado: “¡Inna lilahi wa inna ilayhi raji’un!”
– “¡Por la verdad venimos de Al-lah y por la verdad a El regresaremos!” ella repitió. “Oh Al-lah, recompénsame por esta aflicción y dame algo mejor en cambio, lo cual solamente Tu, el Exaltado y Todo Poderoso, puede dar.”
Luego penso ella, “¿Qué Musulmán es mejor que Abu Salama cuyo familia fue la primera en inmigrar hacía el Mensajero de Al-lah?” Todos los Musulmanes en Madina estaban enterados de la situación que vivía Umm Salama, y cuando su periodo de ‘idda de cuatro meses y diez días termino, Abu Bakr le propuso matrimonio, pero ella lo rehuso. Luego ‘Umar le propuso matrimonio, pero otra vez ella se rehuso. Luego el Profeta (S.A.W.S) le pidió su mano en matrimonio.

“Oh Mensajero de Al-lah,” Umm Salama contesto, “Tengo tres grandes características: soy una mujer muy celosa y temo que verás en mi algo que te haga enojar y en consecuencia cause que Al-lah me castigue; soy una mujer que ya esta avanzada en edad; y soy una mujer con muchos niños.”
“A lo que se refiere de tus celos,” contesto el Profeta, “le pido a Al-lah el Todo Poderoso que te los quite. A lo que se refiere de tu edad, yo so mas viejo que tu. A lo que se refiere de tus hijos, le pertenecen a Al-lah y a Su Mensajero.”
Las respuestas del Profeta tranquilizaron a su corazón, y en consecuencia fueron casados en Shawwal, 4 A.H, y así fue como Al-lah contesto la oración de Umm Salama dándole mejor que Abu Salama. Desde ese día en adelante, Umm Salama no era nada mas madre de Salama, si no que también se volvió ‘la Madre de los Creyentes’ –
‘Umm al-Muminun’. Umm Salama no fue la única esposa en haberse quedado viuda como resultado de la batalla de Uhud, y gracias a este matrimonio, muchos de los Compañeros siguieron el ejemplo del Profeta, casándose con viudas y en consecuencia metiéndolas a ellas y a sus hijos a sus propios círculos familiares, en vez de dejarlas a luchar para sobrevivir solas. ‘A’isha dijo, “Cuando el Mensajero de Al-lah (S.A.W.S) se caso con Umm Salama, me sentí muy triste cuando él nos menciono su belleza a nosotras, me espere a verla y fue mas bella que se descripción.” También venia de una familia muy noble y era conocida por su intensa inteligencia. En mas de una ocasión el Profeta (S.A.W.S) le pidió su consejo en situaciones difíciles.

Así como ‘A’isha y Hafsa, Umm Salama memorizo todo el Corán, y una indicación de su alto nivel con Al-lah puede ser encontrada con el hecho que fue permitida a ver al ángel Jibril en su forma humana: Ha sido relatado por Salman que Jibril llego a ver al Mensajero de Al-lah (S.A.W.S) mientras que Umm Salama estaba con él, y tuvo una conversación con él. Después de que se había ido Jibril, el Profeta (S.A.W.S) le dijo a Umm Salama, “¿Sabes quien era él?” y ella contesto que era un hombre llamado Dihya al-Kalbi.
“Por Al-lah,” dijo Umm Salama, “No pense que era nadie mas hasta que el Mensajero de Al-lah (S.A.W.S) me dijo quien era en verdad.” También tenía una casa para sus cuarto hijos: Salama, ‘Umar, Zaynab y Durra quienes eran los hijos adoptivos del Profeta. Una vez estaba con el Profeta (S.A.W.S) con su hija Zaynab cuando llego Fatima con al-Hasan y al- Husayn. Abrazo a sus dos nietos y dijo, “Que la misericordia y bendiciones de Al-lah estén con ustedes, Gente de la Casa. El merece la Alabanza, El Glorioso.” Umm Salama empezó a llorar y el Mensajero de Al-lah (S.A.W.S) la vio y la pregunto con cariño, “¿Por qué lloras?” Ella contesto, “¡Oh Mensajero de Al-lah, en tu invocación por ellos dejaste fuera a mi y a mi hija!” Él dijo, “Tu y tu hija son entre la Gente de la Casa.” Su hija Zaynab creció bajo el cuidado del Mensajero (S.A.W.S) y se volvió una de las mujeres mas inteligentes de sus tiempos.

Una vez entro Zaynab mientras el Profeta de estaba bañando. Después de eso su cara mantuvo su belleza aun cuando ya era vieja. Su hijo Salama se caso con Umama, la hija de Hamza, el tío del Profeta que murió mártir. Umm Salama estuvo casada con el Profeta (S.A.W.S) por siete años, hasta su muerte en el año 10 AH y lo acompaño en varias expediciones: Hudaybiyya, Khaybar, la Conquista de Makka, cuando cercaron a Ta’if, la expedición en contra de los Hawazin y los Thaqif, y el Hajj
de despedida.

Ella siguió viviendo por mucho tiempo, siendo la última esposa del Profeta en morir. Murió en el año 61 AH, a la edad de ochenta y cuatro años, que Al-lah este complacido con ella, y Abu Hurayra rezo la oración del funeral para ella.

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